El pasado miércoles 7 de diciembre, la ACCA concurrió a transmitir sus impresiones sobre el proyecto de ley de «turismo cannábico» ante la comisión de turismo de Diputados. Resumidamente podemos afirmar que todo turista que viaja a Uruguay para consumir marihuana regulada o gris, ejerce efectivamente una reducción de daños que en la mayoría de los casos no se le permite en su país de origen. Y es completamente absurdo prohibirles ejercer ese derecho y de una mejora radical en su consumo de cannabis si de de salud pública hablamos.
Por otro lado la cruda pugna de los diferentes lobbys interesados en la posiblidad de una nuevo público adquiriente no permite ver ni discutir con claridad la necesidad de incluir en el marco regulatorio a aquellos que en forma regulada o no… asisten a esa misma reducción de daños y ejercicio de las libertades, ofreciendo también y más allá de las farmacias, cannabis de calidad en un contexto seguro y amigable.
Les dejamos a continucación las actas de nuestra visita a los parlamentarios, e inlcuimos además la intervención del Sr. Martín Milat, operador turístico esteño y propietario de Canoa Quebrada, que es además hogar de la Cannabis Experience.
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COMISIÓN DE TURISMO (Reunión del día 7 de diciembre de 2022)
Asisten integrantes de la Agrupación de Cultivadores de Cannabis del Uruguay, ACCA.
SEÑOR PRESIDENTE (Milton Corbo).- Habiendo número, está abierta la reunión (es la hora 10 y 40).
——La Comisión tiene el agrado de recibir a los señores Sebastián Santana y Julio Rey, integrantes de la Agrupación de Cultivadores de Cannabis del Uruguay, ACCA. Los estamos recibiendo para que nos brinden su exposición respecto al
proyecto sobre «Turismo Cannábico. Regulación» a estudio de la Comisión.
SEÑOR REY (Julio).- Muchas gracias por habernos recibido. En cuanto al turismo cannábico vemos que ya ha trascendido en buena parte la cuestión de si cannabis para los turistas sí o cannabis para los turistas no. Creo que hay amplio acuerdo en cuanto a que los turistas sí deberían acceder y de la inequidad pertinente porque estamos prohibiendo el consumo de cannabis a visitantes, no residentes, turistas, etcétera cuando se trata de una sustancia regulada, con cierto grado legal, una contradicción absoluta, empujándolos evidentemente al mercado negro y a los riesgos que esto supone.
Con respecto al proyecto del señor diputado Antonini, en parte vemos con buenos ojos que se considere la ampliación de la cantidad de socios para clubes y plantas; es absolutamente necesario para un mejor funcionamiento y para que
una de las tres vías de acceso al cannabis de tipo psicoactivo o de uso adulto siga creciendo con la consecuencia de colaborar con la accesibilidad lo que hasta el día de hoy en general no se viene cumpliendo de según la ley, no solo
en lo que tiene que ver con el aspecto psicoactivo, sino también con el aspecto medicinal y terapéutico, así como las dificultades de la industria del cáñamo conocidas por todos.
Lo que no nos parece tan acertado es colocar a los clubes de cannabis en una relación de dependencia con los operadores turísticos privados, una contradicción evidente de marco regulatorio por tratarse de asociaciones civiles
sin fines de lucro que sin embargo termina beneficiando al privado. Esto, por un lado.
Luego, por lo menos el ecosistema cannábico del cual formamos parte como cultivadores domésticos, están los clubes, los licitantes, imagino también incluidos también en ese sistema, y la industria, y percibimos que en realidad lo que están planteando como una solución un poco más amplia o cuasidefinitiva, trasciende el tema del turismo. Hablamos de accesibilidad cuando aproximadamente el 30 % de las personas acceden a ese mercado regulado y no percibimos necesariamente con agrado que se esté dando solución a una crisis como la de la hotelería y al turista concretamente para acceder en puntos muy focalizados, evidentemente no solo por el tema de que está tratando como turismo cannábico, sino también por la falta de farmacias en todo el país.
Creo que debería ampliarse el tipo de licitación o permiso que habilitaría este acceso a los turistas, es decir a quien expende y también a quien produce. Si bien entendemos que la ley tiene ciertas dificultades en cuanto a los licitantes y a la exclusividad de las farmacias como puntos de venta.
Lo que en general sí es bueno de este proyecto es que plantea la necesidad de un diálogo a casi diez años de promulgada la regulación del cannabis en Uruguay, dejando de ser esto un experimento como alguna vez lo señalaron, pues ya contamos con evidencia por lo menos cotidiana de que no ha habido un crecimiento de las adicciones, el consumo se ha mantenido en la línea tal cual venía, incluso en la región, sin grandes picos. No vemos lo que se esperaba de zombis tirados en las esquinas ni conflictos en las colas de las farmacias. Sí vemos insuficiencia de producción; se están produciendo unas 10 toneladas y se estima -creo que se quedan cortísimos- que el consumo anual en Uruguay es de entre 40 a 60 toneladas, según a qué encuesta recurramos.
Creo que por razones obvias de la encuesta y de que no necesariamente la gente va a declarar su consumo ni su cultivo, esos números fácilmente se pueden triplicar, por lo cual la discusión basada en esos guarismos por lo menos no nos parece acertada, porque no creo que corresponda a la real realidad -no redundantes- del consumo del cannabis.
Por otro lado, hay insuficiencia de lugares de expendio; en referencia a las farmacias, son unas treinta -en este par de años crecieron un poco- y están muy focalizadas, principalmente en Montevideo, Maldonado, algunas pocas zonas del interior. Además, no hay clubes, hay subregistro de cultivadores; estamos estimados en unos catorce mil, pero estoy seguro de que somos muchísimos más sin registro.
Entonces, creo que habría que impulsar no solo el turismo cannábico, sino evidentemente aumentar, dentro de la propuesta de los números, de «límites» -entre comillas- para facilitar eso y lograr una promoción, digamos, un mejor crecimiento de esos clubes y más accesibles, porque también son onerosos. Hay una cuestión de poder adquisitivo a la hora de pertenecer a un club, en parte no solo por la calidad de las flores que es superior y generalmente en régimen de indoor, sino por las propias exigencias del Estado, no solo en los números, sino también en los tiempos de gestión. Si vamos a hablar de un club, yo tengo que decirles pongámosle a mi vecino: «Che, fulanito, vamos a armar un club, pero mirá que tenés que poner plata durante por lo menos un año hasta que nos terminen de autorizar. Ahí cultivamos y en seis meses más recién vas a fumar». O sea, es absurdo, ¿no?
Por otra parte -y no quiero que esto dé lugar a confusiones-, como agrupación de cultivadores domésticos de cannabis principalmente, nunca dijimos que desde el autocultivo se pudiera expender. Lo que sí hemos reclamado, tanto en este proceso como en otros que se han dado y se vienen dando, es la implementación de licencias accesibles, y nos referimos a la microproducción. No nos referimos simplemente a habilitar a un licitante a producir marihuana para que la farmacia la venda, sino que a favor de esa accesibilidad sugerimos que hay que aprovechar un montón de capacidad ociosa, el know how que Uruguay tiene en la práctica diaria cuando otros países
no la tienen, que es ni más ni menos que el cultivo de marihuana que ni siquiera se enseña en la Facultad de
Agronomía. Es la tradición milenaria que ha aumentado la calidad de sus resultados a partir de la regulación y experimentando en cierta forma libremente con nuestros cultivos y estableciendo parámetros por los que se logran productos de cultivadores expertos, cuya trayectoria es fácilmente comprobable ya desde la regulación no más cuando han renovado sus permisos dos o hasta tres veces. Además, la mayoría, por no decir el 100 % de los técnicos jardineros de los clubes de cannabis son autocultivadores, vienen de ese palo, no vienen ni desde una universidad ni aparecieron en el aire formados a través de algún curso privado. Es una experiencia invaluable, una capacidad de trabajo que está
ociosa.
Entonces, creo que además de impulsar esta relación que no la veo como la más adecuada, pero sería un avance para los clubes con los puntos turísticos, por ejemplo habría que habilitar esas llamadas licencias de microproducción, lo que a su vez colaborarían a integrar un mercado gris, que en su momento fue completamente negro, a una realidad en la que son necesarias. Me refiero a que el cultivador que tiene cierta capacidad de cosecha y producción pueda aspirar
a una licencia accesible, por la que se le dé, vamos a decirlo en criollo, cierto changüí, porque no estamos hablando de grandes inversores, y que perfectamente podría llevar marihuana de calidad a su barrio, a su ciudad. Y repito, hay lugares que por más que en este momento el Ircca tenga personal seleccionado para impulsar a las farmacias a expender cannabis, prácticamente por una cuestión de objeción de conciencia, no se va a vender. Hay lugares, por
ejemplo Florida de donde vengo, que sabemos que mientras el dueño de todas las farmacias a nivel departamental sea el mismo, en un régimen monopolista, jamás va a haber marihuana maldicho del Estado, como declaró en su farmacia.
Tenemos algunos fundamentos más en cuanto a la fomentación del turismo e inequidades del acceso, etcétera.
Y para ir cerrando mi exposición, no ser muy extenso y darle lugar a mi compañero, en la Ciudad Vieja se han hecho encuestas a los turistas preguntando si adquieren marihuana, si les ha sido posible acceder a la marihuana. Un 60 % lo ha hecho a través del llamado mercado gris. Hablamos de flores, ni siquiera hablamos de prensado.
Y el dicho de no enviarlos al cuidacoches, como hemos escuchado, además de ser estigmatizante no corresponde a la realidad, porque ese 60% ha accedido a cannabis de calidad, vuelvo a decir cannabis en flor a través de empleados de los hoteles, guías turísticos, empleados de las tiendas especializadas, etcétera. Entonces, vuelvo a repetir: nos parece absolutamente necesario que esta Comisión haga acuso de que más allá de la efectividad de la
medida propuesta por el señor diputado Eduardo Antonini, se tenga en cuenta el blanqueo de esas situaciones en las que el delito es relativo, cuando principalmente en todo caso hablamos de un delito de drogas referente al marco
normativo actual, cuando no se ejerce violencia; o sea, es una forma amigable de conseguir marihuana, figure o no en el aspecto regulatorio. Gracias.
SEÑOR SANTANA (Sebastián).- Soy socio activo y referente gastronómico de
ACCA. Uno de los parámetros y aspectos más importantes del turismo es la gastronomía. La primera opción
evidente p psicoactiva. Asimismo, los derivados psicoactivos que buscan experiencias extrasensoriales, mediante la obtención de un permiso de elaboración accesible.
En el caso de alimentos no psicoactivos, el control de calidad sería comomcualquier otro. Así evitamos riesgos para los comensales y turistas que buscan el turismo cannábico, ya que sin un marco regulatorio, estas personas buscarán insumos en otros mercados, lo cual conlleva a riesgo como mal viaje, mala experiencia y productos contaminados.
En cuanto a alimentos y bebidas, es posible elaborarlos con componentes de la plantas de cannabis.
¿Qué ingredientes podemos usar de la planta para la elaboración?
Varios: los componentes vegetales como las hojas, tallos, grano, harina y derivados no psicoactivos del cannabis. Se podrán elaborar productos con CBD o con sabor utilizando tallos, terpenos, harina, cumpliendo los requisitos.
No obstante, la comercialización en el territorio nacional de estos productos con CBD o sabor estaría reglamentada o su expedición por un área de salubridad bromatológico-municipal.
En el caso de los derivados psicoactivos de THC como la flor o el cogollo, se podrían establecer parámetros como las cantidades en productos derivados de 1 % a 2 %. Y la comercialización se haría en el territorio nacional sujeta a la
reglamentación expedida por el Ircca con los controles debidos, pudiendo ser realizados por inspectores municipales.
Este tipo de implementación bajaría los costos del cuerpo inspectivo y de esta manera no solo promovemos el turismo, sino el cannabis utilizado en la gastronomía y a su vez generamos comercio y fuentes de trabajo para pequeños
emprendedores.
SEÑOR REY (Julio).- Como dijo el compañero, evidentemente la gastronomía es uno de los rubros fundamentales del turismo. Acá podemos ir al tema de la reflexión que permanentemente se hace respecto a que no sería correcto
promover Uruguay como un destino turístico, lo cual es relativo o por lo menos en referencia al Estado.
Siendo la cannabis una de las drogas más seguras en cuanto a los efectos en sus usuarios y no habiéndose registrado víctimas mortales ni cosa que se le parezca -incluso la adicción a la cannabis es discutible, más va para el lado de
uso frecuente o la carga de consumo que cada uno lleve-, sin embargo el Estado promueve la ruta del vino con el Inavi así como el Ministerio de Turismo desde sus páginas oficiales. Nos parece no muy coherente y una forma de
estigmatización y falta de conocimiento con respecto al cannabis es decidir este tema en base a si Uruguay lo promueve o no.
También es nadar contra la corriente cuando en Uruguay ya está establecido que exista un proyecto de turismo cannábico o no como un destino cannábico, cuando hay un amplio universo de usuarios de cannabis que de una u otra manera ejercen el turismo o el paso por Uruguay. Simplemente es como remar contra la corriente.
SEÑOR PRESIDENTE.- Agradecemos la información que nos dieron; el planteo fue muy claro y lo vamos a tener en cuenta cuando discutamos el proyecto. Algunas cosas van más allá de lo que esta Comisión pueda hacer, pero es muy interesante todo lo que dijeron.
SEÑOR REPRESENTANTE ANTONINI (Eduardo).- Valoramos la participación de ustedes. Hay cosas que plantearon con las que personalmente concordamos, pero que no están incluidas en este proyecto en sí y en cuanto al objetivo que tenía, pero tomamos el planteo que hicieron.
Sabemos que estamos a diez años de la primera ley reguladora del cannabis y obviamente sabemos que tanto en Diputados como en el Ircca se está trabajando en esa área, como decía el otro día el señor Daniel Radío.
El señor Santana nombró algo muy interesante: el uso gastronómico, por ejemplo el agua con CBD no psicoactivo pero con sabor. Muchas partes del mundo cuentan con licencias para saborizar las aguas minerales; se venden muchísimo y a muy buen precio. La legislación uruguaya no lo autoriza. Otras de las cuestiones que debería autorizar es el consumo de cannabis no psicoactivo, porque países como Suiza la usa para combatir el tabaquismo. Son parte de los
procesos que seguramente se irán dando en el país. Nueve años para la vida de uno es mucho tiempo, pero mirado en un período histórico no es nada. Se ha avanzado muchísimo en estos nueve años, pero es cierto que queda mucho aún.
SEÑOR REY (Julio).- Lo que no está autorizado no es el consumo, sino la comercialización. Esa es la base de todo este cambio legislativo que se dio con respecto a la marihuana. El consumo está despenalizado desde el año 1974 en nuestro país. Solo con esa base la inequidad planteada y la necesidad del proyecto queda a la vista, además de todo lo que hemos expuesto que, a nuestro entender, trae atrás.
SEÑOR PRESIDENTE.- Agradecemos mucho vuestra presencia.
(Se retira de sala la Asociación de Cultivadores de Cannabis del Uruguay)
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(Ingresa a sala el señor Martín Milat)
——La Comisión de Turismo tiene el gusto de recibir al señor Martín Milat, de Canoa Quebrada, a fin de escuchar sus planteos respecto al proyecto de turismo cannábico que presentó el diputado Antonini.
SEÑOR MILAT (Martín).- Yo y mis hermanos tenemos una empresa de venta de productos turísticos. Somos seis hermanos que vivimos toda la vida en Punta del Este, cerca de los turistas. Eduardo es un puntaesteño y sabe bien de lo que hablo.
Como consumidores y cercanos a la cultura del cannabis hemos tenido -como todos los jóvenes en los ochenta- problemas con la ley, con la brigada. Un día llega esto de la regularización y se dan unos cambios brutales,
especialmente en el comportamiento de los turistas que empiezan a querer acceder al sistema regulado, con el desconocimiento de que la ley no los incluye, sino que los separa, los segrega. Un oriental puede acceder a la farmacia, a un club, al autocultivo, pero con cédula extranjera no se logra. Y eso empieza a generar toda una situación en nuestros lugares de trabajo en la que hay que estar todo el día explicando a
los turistas que nosotros no vendemos marihuana y tampoco las farmacias. Y
nos preguntan dónde pueden comprar.
A raíz de eso fundamos el museo de la marihuana; un espacio exclusivamente para evacuar esas dudas, para mostrar cómo se dio el proceso de la regularización; para mostrar las vías de acceso, acompañado de toda la parafernalia, el arte ligado al cannabis, y todas las libertades que se han desarrollado en el Uruguay; todo lo que ha hecho el cannabis en la cultura pop, en el rock, incluso en el Uruguay, y todo lo que significó. Abarca también todo el
tema de la persecución despiadada que han tenido los consumidores, especialmente en las épocas oscuras de nuestro país, cuando se mezclaba a un consumidor de cannabis con una persona buscada por la inteligencia. Una locura. Te llevaban preso por tener una remera con un dibujo de una hoja. Todo eso llama mucho la atención y en el día de hoy vemos a personas en el Palacio Legislativo hablando de marihuana. Todo ha cambiado, gracias a Dios. En el museo uno toma contacto con lo que sucede. La oferta y la demanda en algún punto se van a encontrar, más allá de que está mal que fumen.
Obviamente, que tiene riesgo fumar; es un tema con muchas aristas, y una de ellas es cómo se concilia ese deseo de consumir de una persona con el hecho de llegar a una sustancia cuyo acceso no sea peligroso, que tenga determinadas garantías para la salud y que equipare los derechos con los de los uruguayos.
SEÑOR REPRESENTANTE ANTONINI (Eduardo).- Conocemos en parte todo lo que es el intento de acceso de los turistas al cannabis; sabemos que muchos de ellos van al mercado negro, que es lo que queremos evitar.
El otro día estuvo una delegación del Ircaa y de la Junta Nacional de Drogas y nos dejaron una encuesta que realizaron. Se estima que cien mil turistas que ingresaron el año pasado al Uruguay manifestaron su interés en
acceder al cannabis legal.
Este proyecto de ley lo que intenta, en primer lugar, equiparar una desigualdad que existe entre los extranjeros y uruguayos y, en segundo término, atender a una realidad y contemplar un mercado que los turistas reclaman.
Lo que se busca con este proyecto es que los emprendimientos turísticos que así lo deseen y que cumplan con determinados requisitos puedan expender a los turistas el servicio que desean.
SEÑOR MILAT (Martín).- ¡Ni que hablar de las oportunidades que generaría eso! El diputado dijo que cien mil turistas accedieron de manera ilegal a la marihuana. Si no me equivoco, a dos gramos por turista, estamos hablando de dos toneladas. Es una oportunidad brutal para generar fuentes de trabajo y sacar de la zona gris a muchísimas personas que trabajan en esto de una manera honesta y digna. La persona que planta marihuana no tiene una gran diferencia
con una que tiene un quiosco y vende una cerveza fría. No hay un abismo tan
diferente como tratar a las sustancias con ópticas distintas. Ni que hablar de las oportunidades de trabajo, de la generación de impuestos, de la generación de empleo y de muchísimas otras cosas que le daría a la identidad turística del destino Uruguay. Hay muchas ventajas en que esto realmente suceda. Es evidente eso.
En Punta del Este lo primero que pregunta la gente cuando llega a un hotel es dónde comprar marihuana. Hemos hecho una campaña de marketing internacional como que Uruguay es la Holanda de Sudamérica y no lo es. La gente llega y los empresarios tenemos que decirle que vayan a comprar al cuidacoches; lo digo sin ánimo de estigmatizar al cuidacoches. Eso es lo que sucede constantemente. Es echar al mercado negro a los potenciales clientes
que fueron generados a raíz de la legalización; la legalización genera ese nicho para que los turistas terminen accediendo al mercado negro. Y todos sabemos lo que es el mercado negro; son bolsas de dinero; paquetes de dinero con los que compran armas, voluntades. Todos sabemos el lío que le traen las mafias de las drogas a las sociedades.
SEÑOR PRESIDENTE.– Coincido respecto al tema de la inequidad. Sin duda que eso tiene que cambiar; no es posible seguir manteniendo eso porque, como usted dice, estamos derivando ese potencial mercado de alto poder adquisitivo
hacia el mercado negro, que es inseguro, no solo por el lugar donde se ubica, sino también por la calidad del producto que se vende. El tema no es cómo se puede vender hoy con lo que está establecido. Se puede agilitar la forma de acreditarse y demás; desde el punto de vista informático no creo que traiga problema. El tema es si debemos ampliar o no la comercialización. ¿Eso es lo que está proponiendo? ¿Que haya otros puntos de venta además de las farmacias? No es solo decir que los extranjeros -turistas o no- pueden consumir dentro del marco legal en el Uruguay. El tema es si los puntos de venta que tenemos hoy legales y autorizados, son suficientes porque hay lugares donde no hay. Por ejemplo, en Rocha, en La Paloma, en Punta del Diablo, no hay. Es otro el tema. Entiendo que eso es un poco lo que está proponiendo.
Coincido con que la inequidad no tiene ningún sentido. También es verdad -lo decía hoy el diputado Antonini- que hace diez años empezó todo este proceso. Creo que fue un paso muy importante pero ahora hay que empezar a
adecuar a la realidad las cosas que no funcionaron. Este puede ser un primer paso pero conlleva al otro punto: a los lugares de comercialización o venta del producto en forma legal. ¿Es así?
SEÑOR MILAT (Martín).- Sí, absolutamente. Atrás de eso hay un negocio y muchas personas van a hacer dinero, pero va a ser dinero que va a pasar por las arcas de la Dirección General Impositiva o por los controles bancarios. No es
un detalle lo que está mencionando; es un tema central. Es la espina dorsal del tema. Es ver cómo se derrama. Si lo que hemos hecho los activistas o las personas que nos hemos preocupado para que esto suceda, terminamos
beneficiando a los grandes capitales, a las compañías transnacionales… No es lo que quieren las personas que estuvieron presas, que estuvieron con las banderas, que lograron las libertades, los que cultivan, los clubes. El derrame y la instrumentación de cómo se le vendería la marihuana a los no uruguayos es un tema.
Si se me permite voy a opinar de eso, con todo respeto. El diputado Antonini habló de establecimientos acreditados por el Ministerio de Turismo.
Sería razonable teniendo en cuenta que son turistas los potenciales clientes. Hace unos días, en la Expo Cannabis vi al señor Radío, secretario de la Junta Nacional de Drogas. No tiene tan clara su posición con respecto a la participación de los clubes, porque habla de la trazabilidad del producto que ofrecen y de que no está tan supervisado como la bolsita de la farmacia. Parecería que la solución más justa es la venta de las bolsitas de las farmacias fuera de las farmacias. Es el producto que custodia el ejército nacional; todos los organismos del Estado han gastado su tiempo, su dinero y sus recursos para que ese producto de la farmacia tenga las garantías de salud unánimemente establecidas por todos, aunque los uruguayos, siempre quejándonos de todo, digamos que la marihuana de la farmacia no es buena. Es lo que dice cualquier joven; cualquier persona que se entreviste va a decir que el faso de la farmacia no pega, lo que es una gran mentira. Para un turista, la marihuana de la farmacia es excepcional. Se va a ir aplaudiendo luego de la compra, y ni qué hablar de la conveniencia del precio; es absolutamente accesible. Yo creo que es el más barato de todo el continente y, quizás, de todo el mundo. Así como somos tres millones de directores
técnicos, tres millones de ingenieros, también somos tres millones de analistas de THC. Aparentemente, la voluntad de la Junta Nacional de Drogas y la de las personas que están en esta discusión, que son los que, de alguna manera van
a orquestar ese sistema de ventas, es que se vendan las bolsitas de las farmacias por diferentes actores. Sin duda, para mí, deberían ser los que tengan determinada antigüedad en el tema del manejo del turismo, determinado metraje en sus instalaciones, determinado conocimiento acreditado de la temática, porque tampoco se van a vender bolsitas de marihuana en todos los kiosquitos de los lugares turísticos. Ese tema es importante y veo que ustedes lo han
vislumbrado.
SEÑOR REPRESENTANTE ANTONINI (Eduardo).- Voy a decir un par de cosas, porque usted no estuvo en la reunión pasada.
SEÑOR PRESIDENTE.- Leí la versión taquigráfica.
SEÑOR REPRESENTANTE ANTONINI (Eduardo).– Acá vino una empresa; ha invertido mucho dinero en Uruguay, unos US$ 5.000.000. Creo que hay un fondo de inversión de US$ 10.000.000 más para crear un hotel temático que sea
amigable, no solo con el cannabis, sino con otras medicinas naturales. Es un nicho de mercado que se está manejando para gente de alto poder adquisitivo. Por otro lado, quiero comentar que me enteré de casualidad, en un foro
de Punta del Este, de una persona que tiene un campo en Cerro Largo donde cultivan CBD -son de los que exportan para Suiza- que decía: «Yo tengo ahí un casco de estancia viejo y me estoy imaginando hacer una hostería para traer
gringos al hotel a probar cannabis y hacerles un tour por las instalaciones». Creo que hay un nicho de mercado que se limitaría si nosotros, de alguna forma, no hacemos que el turista pueda acceder de diferentes maneras. Obviamente,
debe estar regulado y controlado por parte del Estado. Coincido en que no puede haber bolsitas en cada kiosco, pero sí establecimientos que estén registrados en el Ministerio de Turismo y que deseen ser amigables, como hay hoteles que son amigables con las mascotas, porque, reitero, este proyecto no solamente apunta a eliminar la inequidad existente, sino a potenciar un nicho de mercado que existe, que está latente y que podría traerle recursos y fuentes de trabajo al país. Seguramente será así, porque aún no comenzamos y ya hay inversiones.
Creo que tenemos cierta sintonía con la Junta Nacional de Drogas y con el Ircca. Me parece que hay que
ajustar algunos detalles. No pretendemos que esto sea palabra santa. Radío hizo unos aportes muy interesantes el otro día y tiene una visión, además, de muy cerca. Así que creo que con el diálogo vamos a lograr amalgamar todas las
propuestas. Algunos tendremos que ceder posiciones a fin de lograr algo que creo que es muy favorable para el país, para su economía y para la generación de trabajo; creo que todos estamos interesados en eso.
SEÑOR MILAT (Martín).- El tema de cómo se orquesta el sistema es muy importante. Pienso que se deben contemplar los diferentes actores; los clubes lo son. Hay muchísima juventud allí, personas que estudian, que dedican su vida a eso. Es una fuente de trabajo digna. Hay miles de autocultivadores; quizás treinta mil inscriptos. Es una locura. La familia de la marihuana en Uruguay -está demostrado- es de 150.000 personas entre adquirentes de farmacia, socio de
los clubes y autocultivadores registrados. Yo creo que esas tres patas de la mesa deben ser contempladas en el sistema de venta fuera de las farmacias. Agradezco mucho la invitación.
SEÑOR PRESIDENTE.- Le agradecemos los aportes. Muchas gracias por la visita.
(Se retira de sala el señor Martín Milat)